martes, 25 de octubre de 2011

ESPERÁNDOLA ... por Belén Jiménez





Desde que recuerdo estoy aquí, de consultorio en consultorio, esperando por una respuesta que no es mía, cargando un dolor que no me pertenece. Sé que hay una cura, pero ella no quiere verla y mucho menos oírla, ya que con mis escasos años no se compara con su larga y dura “experiencia”. Ella prefiere escuchar las soluciones de un desconocido que pretende conocer, por que es más fácil, en lugar de reconocer la pura verdad que es tan simple como un reflejo mío en el espejo.
En un momento de mi vida decidí ayudarla, hablarle desde otro punto de vista al suyo, pero con ello sólo logré enterarme de cosas que realmente no quería saber, y aunque pensé que todo eso ayudaría, fue inútil; mientras ella no se lo proponga, no mejorará. Nada sacará de su mente ese gran monstruo que no le permite respirar.
Nada me hará olvidar los años que he pasado esperándola, nada borrará de mi esas frases tan destructivas que le oí decir y mucho menos nada logrará borrar de mi corazón esas lágrimas que derramó sobre mis hombros. Tal vez fue por ello que nací, que estoy aquí. A lo mejor esa era mi misión, que Dios me encomendó; estar aquí para esperarla y sólo oír sus palabras, me agraden o no. Dicen que lo que uno más necesita en la vida llega en el momento menos pensado, tal vez por eso llegaré sin ser esperada en su vida, porque en algún momento me necesitó y Dios me puso a su disposición, para ser su consuelo cuando las lágrimas no fueron suficientes.
Después de todo, es lo menos que puedo hacer por ella. El simple y hermoso hecho de haberme regalado la vida, es impagable, no existe nada con lo que se pueda agradecer. La amo, tal y como es, como jamás lograré amar a nadie, tiene un valor incalculable, porque es especial, no sólo a los ojos de Dios, sino también a los ojos de todo aquel que ha logrado conocerla. La amo simplemente porque es mi mamá, aunque la vida en algún momento nos separe, jamás dejará de serlo.
Y aún sigo aquí, esperándola en otro consultorio más, esperando la misma respuesta, imaginando el día en que jamás vuelva a verla salir de aquí, esperando volver a verla feliz, sonriendo por el grandioso hecho de vivir. Pero sé que aunque pasen los años, seguiré aquí o tal vez en otro lugar, pero siempre esperándola…

(Participa en Del Concurso Literario 2011 de la SADE)

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