Él era un
estudiante responsable, curioso ético, a
quien los problemas le preocupaban y no le gustaba para nada la inseguridad de
su ciudad. Con tan solo 18 años tomó cartas en el asunto y buscó una solución
para resolver un problema: la inseguridad que presenta su ciudad y alrededores.
¿Sus habitantes? Ni hablar…
personas incoherentes, que piensan que llevan su vida por el camino correcto y
verdadero. Son atados constantemente por delincuentes, los cuales sin nada que
hacer profanan bienes, rompen elementos de la vía pública, destrozan locales,
entre otras cosas; ya que no pueden llevar con dignidad su vida y se vuelcan al
hurto para poder vivir dignamente.
Un día se propuso varias ideas,
pero algunas las descartó en el momento, ya que eran imposibles de realizar.
Como en todos lados, la gente se
conoce y saben quienes son los denominados delincuentes. Esto es importante,
una ventaja que tiene la sociedad para resolver de un modo u otro el gran
problema.
El muchacho recurrió a la policía para que solucionara el
conflicto, pero no hicieron nada al respecto.
Debido a esto, decidió hacer un
listado con nombres y apellidos, para tomar justicia por mano propia. El pueblo
lo apoyó en el emprendimiento y comenzaron con la rebelión.
A la semana, varios delincuentes
habían desaparecido y en ciudad había
más seguridad. La policía alertada de las desapariciones, realizaron
interrogatorios para sacar pistas y descubrir las causas del hecho.
Cada uno de los habitantes que
eran interrogados respondían que todo el pueblo era culpable de las
desapariciones.
Al obtener estas respuestas por
parte de ellos, la policía no podía encerrar a los culpables ya que todo el
pueblo era culpable.
Alexis Emanuel Díaz.