jueves, 18 de agosto de 2011

DICHOSO QUIEN NO DEJA DE VIVIR por Belén Jiménez




VIVIMOS EN UN MUNDO...

...donde jamás podrás tener la razón, aunque lo intentes, porque nadie es lo suficientemente generoso como para dártela.
...donde la verdad es cada vez más mentirosa y en donde las mentiras comienzan a ser nuestras verdades.
...donde el dolor dejó de ser un enemigo a vencer, para convertirse en un aliado de por vida.
...donde la humildad pasó a ser de los más débiles o idiotas y la soberbia de los más fuertes e inteligentes, cuando en el fondo todos sabemos que no hay peor idiota e ignorante que quien es soberbio.
...donde el prójimo, es problema del prójimo.

DEJAMOS...

...de vivir por los demás, porque nuestro ego comenzó a ser tan grande que sólo queremos que el mundo viva por nosotros.
...de creer, porque jamás seremos lo suficientemente valientes como para dejar en manos de Dios nuestra Fe.
...de ver lo que debemos ver, porque los placeres del mundo nos dejaron ciegos o porque no queremos despegarnos de ellos, de su comodidad y de la felicidad que con ellas creemos tener.
...de hablar, para convertirnos en seres que sólo repiten palabras que ni siquiera sienten.
...de pensar, por que somos tan mediocres que nos dejamos llevar por los demás, sólo para “encajar”, para ser en realidad alguien más del “montón”.
...de amar, ahora sólo queremos que nos amen.
...de sonreír, ahora es más fácil rendirse hasta las lágrimas.
...de esforzarnos, porque es más fácil que el mundo nos dé lo que “necesitamos”
...de orar, porque creemos que Dios no escucha nuestras plegarias, cuando somos nosotros quienes ignoramos su solución.
...de felicitar a quien se lo merece, para honrar a quien ni siquiera sabe lo que significa.

DICHOSO DE AQUEL...

...que encuentre en Dios y en el prójimo, la alegría de vivir.
...que logre encontrar la felicidad sin necesidad de rebajarse.
...que encuentre lo que su corazón realmente desea, después de haberse esforzado realmente por ello.
...que logre hacer reír a un niño, porque estará viendo como ríe Dios.
...que con bellas palabras logre arreglar un corazón en pedazos, porque con ello logrará también ir uniendo el suyo.
...que logre apreciar el sonido del silencio y el bello canto de los pájaros, pues él será digno de oír la voz de los ángeles.
...que ayude por más mínimo que sea su esfuerzo, porque el mundo gira y todo vuelve.
...que tiene el corazón tan grande, como para dejar entrar a Dios en su vida.

Pero más dichoso es quien no deja de vivir y quien sin necesidad de leer estas palabras, sepa ya de la belleza y alegría de la vida, lo grandioso de conseguir mediante el esfuerzo, la recompensa de haber sido generoso, la paz del corazón, el placer de sentir el corazón lleno por haber dado a quien lo necesita y en especial a quien sepa apreciarlo. Recordar y sentir lo bello que es ver y oír a un niño sonreír que es el bello sonido de los ángeles.

Belén Jiménez

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