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Pasaron unas semanas y mi amigo me lo presentó, lo fui conociendo día a día y me encantaba compartir cosas
con él. Después de un tiempo, un cinco de abril, a dos días de mis quince años,
me pidió lo más esperado para mí: ser su novia. Era obvia mi respuesta, y le
dije que “si” con todas mis ganas y nos besamos.
Estuvimos un mes juntos, el más feliz de mi
vida, el me pidió formalizar con mi papá, (el cual por cierto aceptó la
relación). La semana siguiente empezó lo peor de “mi cuento de hadas”. Él se
encontraba distante, no hablábamos mucho, ya no era lo mismo.
Al terminar la semana le pedí hablar de la
situación. Le pregunté: sino prefería que seamos amigos, porque estábamos muy
separados y todo el mundo se daba cuenta de que en vez de novios parecíamos
amigos.
Ese fue el momento que me dijo la razón por
la cual estaba tan distante de mí. En esa semana había conocido a una chica y
la besó. Me dijo que no sabía por qué lo hizo, pero aún así me dijo la verdad.
Me pidió perdón y le respondí que lo perdonaba, por que por más que no merecía pasar
por esta situación, lo quería y lo perdonaría las veces que sean necesarias.
Me prometió cambiar, pero quería que solo
fuéramos amigos por un tiempo hasta que él cambie. A lo que mi respuesta fue
negativa, no podía ser amiga de la persona que quiero. No me respondió dio
media vuelta y se fue.
Hasta el día de hoy lo sigo esperando.
Mellimaci, Solange 3º 2ª
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