Si alguien pudiera oír la voz de mi alma
pidiendo que se detenga este dolor, tal vez podría encontrar en un pequeño
abrazo el sosiego que necesito.
Si alguien pudiera ver en el
reflejo de mis ojos todas las lágrimas
de mi corazón, tal vez encontraría en sus manos el cariño que olvidé.
Si alguien pudiera oirá los
lamentos que mis labios no pueden decir, tal vez encontraría en su rostro la
piedad que necesito para perdonar.
Si alguien pudiera hablarme de
la belleza de la vida, en lugar de llenarme de patrañas dolorosas, tal vez
encontraría en su sonrisa el placer de imitarle.
Si alguien pudiera mostrarme lo
bueno que alguna vez logré, tal vez encontraría que mi vida no es lo que
parece.
Si alguien viera en mí, algo más
que hombros para llorar, tal vez encontraría nuevos hombros donde verter
todas mis lágrimas.
Si alguien pudiera ayudarme a
orar y contarle a Dios todos aquellos anhelos que esconde mi alma, tal vez mi
fe sería más fuerte.
Si alguien pudiera acompañarme
en este duro camino de la vida, tal vez no me sentiría tan sola.
Belén Jiménez.
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