Al
niño, sus padres le decían que era muy especial
que no era como los demás murciélagos porque se expresaba con colores cuando no podía
biosonar.
Un
día cuando vio a alguien parecido a él, su cuerpo comenzó a brillar con colores
que nunca antes, ni colibríes ni murciélagos, habían visto.
Esa noche iniciaron
un viaje a través del mundo y cuenta la historia que después de cada lluvia
bailaban, y en el cielo de los humanos se formaba un inquieto arcoiris.
AUTOR: Oriana Rodriguez
Prof. Mónica Montenegro
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